Gana el apelativo en parte por la gran inmigración francesa que recibe durante los siglos XVIII y XIX (Pascal Riviale, Les Français au Pérou au XIXe siècle : portrait d’une émigration discrète. French people in Peru in the 19th Century: portrait of a discreet emigration, p. 109-121) y por la similitud de actividades realizadas en Burdeos y en Moquegua, dedicada principalmente a la viticultura. El pequeño valle moqueguano, en la época, era casi un monocultivo de vid, que desarrollaba las actividades culturales siguiendo la usanza francesa de Burdeos. Éste es el legado del “savoir faire” francés que Moquegua hereda en lo que respecta a la producción vitivinícola.
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