Esa misma pasión lo llevó a estudiar sumillería en el Instituto del Vino y del Pisco de la Universidad San Martín, de la que egresó en el 2006, pero, eso solo sería el inicio de su incursión al mundo del vino, el siguiente reto sería más grande, tener su propia bodega. Para ello, recorrió casi toda la costa del sur del Perú durante cuatro años, pero, su destino estaba en Curahuasí, Apurímac, un lugar que por su amplitud térmica, clima seco y suelos pobres presentaba las condiciones adecuadas para la vítis vinífera. Así empieza una nueva etapa para Fernando, primero sembró tres mil plantas que se perdieron principalmente por los hongos de la zona (La Rancha). En 2015 importó plantas del vivero Richter con portainjertos para suelos calcáreos: sauvignon blanc, sangiovese y cabernet sauvignon. Los primeros resultados se verían en el 2017, donde tuvieron una pequeña cosecha con muy buenos resultados con sauvignon blanc y sangiovese. En el 2019 importaron de Francia más variedades, incluyendo tannat, pinot noir y chardonnay. 

En 2019, también sembraron su viñedo más alto, a 3 300 metros de altura. Actualmente cuentan con parras de cabernet, sauvignon blanc, sangiovese, malbec, pinot noir, tannat, merlot y syrah que son conducidas en espaldera y cuentan con malla anti pájaro-granizo para defenderse de las inclemencias de la naturaleza. 

Los suelos del viñedo de APU, ubicados entre los  2 850 y 3 300 m s.n.m. ,   son calcáreos, con una capa superior de tierra franca con 4% de materia orgánica. El clima en general es adecuado para la vitis vinifera, cuenta con muchas horas de sol a lo largo del año y noches frías; la amplitud térmica fluctúa entre 25-32 C°, lo que permite un buen desarrollo de la acidez. Para evitar las lluvias y los hongos durante la maduración de la uva, invirtieron el ciclo vegetativo de la vid para el Perú y para  hemisferio sur, orientando el crecimiento de los frutos en temporada seca,  podando  en febrero y cosechando en septiembre.