La bodega Viejo Molino es una bodega boutique, que nace como homenaje a

la historia y tradición vitivinícola de Moquegua, con la finalidad de difundir

y revalorar la importancia que tuvo este terruño en la producción de vinos

y piscos desde hace casi 500 años.

Fue fundada en el año 2007 con el sólido afán de apostar por el renacimiento de la industria vitivinícola tradicional de Moquegua y recobrar paulatinamente el sector del valle correspondiente al Pago de Charsagua.

Viejo Molino se ubica en el sector Buenavista del Pago de Charsagua, con un clima seco propio del desierto de Atacama, del cual forma parte. Con terrenos pedregosos y arcillosos a 1490 m s.n.m., conforman un singular terruño, el cual goza de una amplitud térmica entre el día y la noche de 15 °C, llegando a 25 °C durante el día y bajando a 10 °C en la noche. Esta variación de temperaturas favorece una buena fotosíntesis durante el día, en la que se aprovechan las más de 3,000 horas de sol anuales, para que las plantas de la vid puedan almacenar azúcares. Ya durante la noche, las plantas descansan, recuperan fuerzas y al día siguiente realizan nuevamente su trabajo en su ciclo diario. La altitud del terruño contribuye a lograr una acidez muy interesante en las bayas, mientras que el sol hace su trabajo aportando un nivel de azúcares, el que posteriormente se convertirá en un alcohol terso y agradable al paladar. Así también el característico y único sol moqueguano contribuirá con la formación de una piel gruesa de la baya, concentrando aromas tostados y un color intenso, en cada una de las diferentes cepas cultivadas en este terruño.

Finalmente, la posición geográfica del valle moqueguano, permite recibir agua de los deshielos andinos, cuya pureza será trasladada a cada una de las plantas.

El equipo de Viejo Molino está liderado por el sommelier Javier Coaila y el  ingeniero Franz Espinoza. Utilizan cepas patrimoniales como la negra criolla, llegada al Perú como listán prieto desde las Islas Canarias y quebranta descendiente de la negra criolla, así como las cepas nobles francesas syrah y malbec, que han tenido una excelente adaptación al terruño moqueguano. La producción seleccionada en origen les permite tener producciones limitadas de excelente calidad, sobre la cual buscan construir, la identidad de los productos vitivinícolas moqueguanos. En la actualidad vienen apostando por la tecnología, con el uso control de temperatura con tanques de inoxidable, sin descartar volver al uso de las tradicionales tinajas de barro cocido que antiguamente se utilizaron en este valle. El 2020 fue el año de inicio para el lanzamiento de la nueva línea de vinos secos “Charsago” (natural de Charsagua) y que pretende mostrar al mundo la calidad de los vinos moqueguanos.

La galería Viejo Molino

Bodega Charsago

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