Los primeros vinos provenían de la zona de Andalucía y eran muy costosos. Los mismos eran transportados desde el mar hasta la ciudad de Arequipa con sumo cuidado, evitando que se rompieran las vasijas que los contenían, lo cual lo encarecía aún más. Por ello en 1546 los señores del Cabildo de Arequipa acordaron que se “traigan las botijas de vino con indios”. El poco abastecimiento y alto costo del vino en esos años fueron un fuerte aliciente para que se introdujeran las parras y se diera inicio a una producción local.
Esto permitió convertir a los Valles de Arequipa o Contisuyo Inca en el más importante productor de vinos de Sudamérica.
En la actualidad, muchos de sus valles y zonas vitivinícolas históricas como Majes, Vítor, Caravelí, La Joya y Camaná, están retomando la producción de vinos elaborados tanto con variedades nobles como patrimoniales.