Los orígenes de la bodega se remontan a 1920, cuando Benedicto Peña y Sánchez decide asentarse en Lunahuaná.

Un valle con más de cuatro siglos de tradición vitivinícola, para nueve años más tarde fundar la bodega junto a su esposa Rosa Marcelina Portuguéz. Desde ese momento y en adelante la bodega seguiría creciendo bajo el liderazgo de las próximas dos generaciones, primero con María Peña, la quinta hija de Don Benedicto, después y hasta la actualidad con José Antonio Espinoza Peña. Pepe, como cariñosamente le conoce la gente es ingeniero industrial de profesión y estudió enología, con los conocimientos adquiridos logró dotar a la bodega de tecnología, continuó con la compra de terrenos para nuevos viñedos y amplió el portafolio de vinos incursionando con los vinos secos de nuestra famosa uva criolla, la quebranta, como también con variedades francesas.

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